Éste mandala surgió una tarde de cualquier día de esta primaverinvierno que se instaló y parece querer quedarse para siempre. Nunca había hecho mi propio diseño, pero simplemente dibujé algunos círculos concéntricos y me dejé llevar.
Me encantó hacerlo, la creatividad fluye y uno no sabe de dónde sale. Es un muy buen ejercicio, ¡lo recomiendo!
El resultado de alguna manera me identifica y, por eso, quise tenerlo a la vista por un tiempo. Entonces, nada más que con dos "pedacitos" de cinta washi tape, pegué mi mandala en la pared a modo de cuadro. Quedó muy decorativo.
Para acompañar, fui al jardín y corté una de las rosas que con mucho esfuerzo recién comienzan a aparecer. Siempre, sea la estación que sea, me gusta armar floreros para tener en el interior la presencia de la naturaleza.
Por supuesto que voy seguir intentando y hacer otros. Ahora quiero probar si puede salirme uno diferente, porque tengo la sensación de que todos mis recursos se agotaron en este mandala. En algún ratito que tenga para dedicarle, despejaré la duda...