Imposible no tentarme por juntar de la blanca arena dominicana cuanto caracolito y demás resto de ser vivo marino llamara mi atención. Y cabe destacar que no eran pocos los que me llamaban la atención porque son muy diferentes de los que se encuentran por estas playas. Así, con la vista pegada al suelo durante las caminatas, encontré fragmentos de coral, de caracoles de formas raras, esqueleto de la hoja de algún alga, lapas, dólares de mar (no pude traer ninguno porque se rompían) y hasta un erizo de mar.
Más allá del interés biológico que me producen, decorativamente hablando me encantan para lucir en frascos, u otros recipientes transparentes como una copa. Y por qué no en un bowl enlozado viejito y cachado.
Destaco que el cuadrito lo hice hace ya varios años con un caracol comprado, pero lo incluí en la foto para completar la ambientación.
Acá desde arriba, se ven las diferentes formas que tan bien combinan entre sí.
¡¡Éste es el erizo de mar!!
En definitiva, un puñado de tesoros marinos maravillosos para tener presente el recuerdo de tan lindo viaje.
¡FELIZ SEMANA!